He aprendido a luchar

y a esperar por mis victorias

en medio de quienes creen haberla ya alcanzado.




¿No es acaso la victoria

una recompensa ambigua

que tarde o temprano llega a quien la busca?




La poesía de mi vida

nace en las prosas sin patria

de las palabras escritas por un mudo.




Mi silencio está con quienes gritan su libertad de

expresión

y mis gritos en la agonía

de quienes esperan en silencio

su libertad de expresarse.




He escrito sin cansancio

y he vivido mis más grandes aventuras,

cortas alegrías,

grandes fracasos,

he muerto y he nacido,

he llorado y he reído,

he sido tu y he sido yo

en las líneas de unas hojas

de papel en blanco.




Encontré refugio en mi máquina de escribir

en una copa de vino

y en un cigarrillo encendido,

cerca de algun acantilado,

me escape del ruido de lo común

y abrace lo único, diferente

y extraordinario.




Partí silencioso,

mudo en la eternidad

del recuerdo atros

e inalterable de quienes me leen,

y me traen devuelta a la vida,

para volver reencarnado

en un niño de la azotea,

en un joven sufriendo un desamor,

en un hincha furioso limeño

o en un adulto tentado por el fracaso.




Si gusto o no, poco importa,

escribo porque eso para mí

es un placer,

un privilegio

y una sutil esperanza

de renacer en cada nuevo lector.

 

 

Por: Willy Lazo Álvarez